Tuesday, November 13, 2007

LA PAZ DE UN PAÍS EN GUERRA


Tanto para el sur como para el norte, Corea es una y el único fin posible es que la península tenga un solo estatus que abarque desde la frontera con China hasta las islas del mar del Japón. Desde 1950 los dos países están técnicamente en guerra, sólo templada por un armisticio que ha permitido a la familia Kim perpetuarse en el poder a costa de un pueblo que se muere de hambre e ignorancia y a Corea del Sur crecer después de muchos desencantos y con una democracia joven en la que apenas empiezan a denunciarse casos de corrupción y soborno.

Los tímidos pasos hacia la firma de un tratado de paz que ponga fin a décadas de separación parecen estar a punto de dar sus frutos, aunque la soberbia puede dar al traste una vez más con la buena voluntad de los que no saben de intereses.

La guerra aquí es un velo de niebla como el que se cierne sobre Seúl los días húmedos y pesados de otoño. Al norte, un país de corte estalinista dedicado a las armas, tiene a miles de famélicos soldados fieles al Querido Líder Kim Jong Il estratégicamente acuartelados en las cercanías de Seúl y apostados a los largo del paralelo 38. Corea del Norte es un país aislado (apoyado apenas por China) que agoniza cuando llegan las lluvias.

Pero los estertores de la paz parece que van a acabar con la tensión bélica. La semana pasada los pesos pesados de Hyundai se trasladaron a Corea del Norte para mantener conversaciones directamente con Kim Jong Il, y cerrar un acuerdo de miles de millones de dólares que permita utilizar la mano de obra norcoreana (la más barata de Asia) y el intercambio comercial entre las dos Coreas. Incluso se habla de proyectos entre Pyongyang y el conglomerado Hyundai para perforar pozos de petróleo.

En el futuro, los viajes turísticos a las montañas del norte de la península se multiplicarán y la ciudad de Kaesong (a una hora de Seúl por carretera) se convertirá en el primer centro industrial de Corea del Norte.

En estas, Kim Jong Il ha decidido desmantelar sus centros de producción nuclear y de ofrecer gestos de buena voluntad a Estados Unidos. Los americanos, por su parte, decidieron hace tiempo trasladar sus bases en el centro de Seúl y llevarlas a las afueras (Corea del Sur pagará la mitad de este gasto). Además, los 28.000 efectivos que tiene el US Army en Corea pasarán 25.000 en 2008, poca cosa.

Pero la guerra sigue ahí, como la niebla. Los soldados norteamericanos, jóvenes, pelados y rosados, toman las discotecas de Hongdae e Itaewon los fines de semana. Muchos locales han decidido no tener problemas a la hora en que los oficiales pasan a recoger a los reclutas más juerguistas y cuelgan en la entrada un claro NO GI's.

Corea del Sur también tiene un poderoso ejército que se nutre con cientos de miles de jóvenes obligados a realizar dos años de servicio (después, es un requisito para encontar trabajo). Los veinteañeros pasean abrazados a sus novias, vistiendo uniforme de camuflaje entre la multitud que brega en las aceras de las calles comerciales. A pesar de todo, Estados Unidos sigue teniendo el mando de la guerra, y ante una hipotetica hostilidad del Norte, ellos serían los últimos en decidir qué hacer. De hecho, sólo desde 1994 Corea tiene el control de su ejército, de sus chavales.

La bruma se extiende dentro de casa, en el salón, en la televisión. Ahí, el canal de las fuerzas armadas norteamericanas, el AFN, dispone de una frecuencia preferente. En él se emiten discursos de militares de veteranos, consejos para mantener la disciplina tan lejos de casa, noticias sobre el estamento militar y series norteamericanas de los '80. El 1 de noviembre, por fin, algunos paquetes de cable decidieron que eliminaban el AFN de su oferta, siempre y cuando se trate de clientes civiles. En las antenas analógicas el AFN seguirá teniendo un hueco.

En Seúl, se pueden oír las arengas impreganadas del ideario Juche dirigidas al "pueblo en armas" de Corea del Norte. Sólo se necesita una televisor con el sistema PAL (el europeo) y se podrá "disfrutar" de horas y horas de desfiles militares, libelos, discursos anti-imperialistas y canciones en honor a Kim Il Sung.

Otro signo de que éste no es un país normal se encuentra en internet. Es imposible acceder a las páginas web, más o menos oficiales, de Corea del Norte, da igual donde se encuentre ubicado el website. El Comité para la Seguridad en Internet vela por que no se filtre información del enemigo. Corea del Sur es uno de los países con mayor índice de conexiones per cápita, pero, del mismo modo, mantiene una férrea censura en páginas pornográficas y norcoreanas según un informe de Reporteros sin Fronteras que denuncia "la preocupante intromisión del Estado en internet". Del mismo, modo no se puede contactar telefónicamente con Corea del Norte -ya lo he intentado-.

Corea busca la paz entre la niebla, en la zona más caliente del norte de Asia. El sábado, veré el Norte desde el lado correcto de la frontera, Panmunjon debe ser como un parque temático.

4 comments:

JUANAN URKIJO said...

e parece tremendo estar por ahí y vivir por ahí, con lo que cuentas. Es, como tú lo sugieres, una permanente sensación de prolongada niebla...

Un saludo.

Nimrod said...

Hola Dédalus, gracias por tu comentario, por fin este blog trasciende a mi círculo de amigos. Un saludo

Anonymous said...

Querido Jairo: no sé si Fax Press se puede considerar exactamente tu círculo de amigos, pero sí, te leemos, créeme. Y eres la crónica viviente de un viajero en Corea.

Saludos. Raquel. Fax Press.

Nimrod said...

Fax Press forma parte de un círculo más pequeño, el de los grandes amigos. Un abrazo y seguid leyendo. ;)