Saturday, October 27, 2007

SIN SALIDA

Salir de Seúl este sábado ha sido una experiencia relajante, ver montañas frondosas colmadas de árboles amarilleados por el otoño te llena los ojos de aire y ,aunque la contaminación sea prácticamente la misma, los pulmones ponen mas brío en su tarea. Pero el camino para salir de la ciudad sin fin es arduo, te roba minutos y minutos que se convierten en inútiles. No hay nada que ver que no se haya visto ya.



Como en los teatros de marionetas, un tramoyista parece mover la manivela del escenario que se abre artificial fuera de la carretera, dando vueltas lentas para que los niños tengan sensanción de movimiento.

Los edificios de viviendas en Corea son replica exactas los unos de los otros y se multiplican por todos lados con sus 20 plantas de apartamentos. Los barrios se unen y se perpetuán entre árboles, bosques y montañas y se van difuminando hasta desaparecer cerca del lugar donde comienzan a levantarse otros nuevos, éstos, por el momento, pertenecientes a otra ciudad.


La densidad de población es temible, millones de personas listas para subir al metro por las mañanas, coger el coche, comer, comprar, ver la tele, ver la tele en cualquier parte y andar sin mirar al frente.



La arquitectura de los hogares coreanos ha dejado de tener interés, no son mas que moles blancas o de colores pastel que se erigen como dientes sobre la ciudad. No paran de crecer, cada vez mas altos y en cualquier parte. Los obreros trabajan hasta los domingos y las grúas giran frenéticas con paredes enteras pendiendo.


Yo vivo en uno de esos edificios con grandes numeros y con el logotipo de la empresa constructora - Samsung, LG, Hyundai, Ssanyong- en un costado. En la cima del monolito se sitúan dos tejados que recuerdan a lo que los niños dibujan cuando se les pide una casa, es para el ascensor, todos son iguales.


Así fue el viaje a las afueras de la ciudad. El regreso fue aún más angustioso, con las moles de edificios turnándose indenticas en el tapete rotativo del tramoyista. Fueron cerca de tres horas en las que la ciudad no parecía tener fin y donde no se alcanzaba ningún punto apto para caminantes. No había escapatoria ni lugar en el que alegrar la vista con algo nuevo. Los neones, los mismos; los apartamentos, los mismos; los coches, los mismos y de la misma marca que los edificios. Igual que las tiendas, los bancos, las fabricas, .... creo que a esa sensación la llaman agorafobia.


Tanta es la duplicidad, que si vas a una tienda buscando unas cortinas para la ventana de la cocina puedes obtener las que se adaptan perfectamente al marco con tan solo decir cuantos pyung (medida coreana) tiene el apartamento. Y listo.

Fotos tomadas el 28 de octubre de 2007. Jairo (c)

2 comments:

Anonymous said...

Pintándolo asi no vas a conseguir muchas visitas, eh?

De todas formas tiene que molar esa agorafobia

Anonymous said...

Si, probablemente lo sea