Wednesday, February 17, 2010

Quince meses después de los quince meses


Dedicado a los blogeros Ciro, Alex y Manolo; y a Carlos y Pablo, perdidos en un limbo cibernético.


Han pasado casi 15 meses desde que publiqué mi última entrada sobre Corea. La última entrega que cerraba las experiencias en un país desconocido y fascinante durante también 15 meses que se fueron volando y que como era de esperar no han dejado mucho rastro en una ciudad como Seúl, que cambia, abocada al progeso, a un ritmo frenético.

En este tiempo he abandonado el blog, tal vez, por marcar el fin de una etapa única de la que no cabe más mención que la que se hizo en estas entradas cuando el cuerpo de los recuerdos aún estaba caliente.

No obstante, la semana pasada al regresar a Seúl, la descomposición de lo que fue nuestra aventura seulita ha hecho que vuelva sobre mis pasos para mostrar a los cinco cafres que compartieron mis correrías lo que queda de nuestro Seúl.

Lugares como el MacDonald's de Sinchon, punto de encuentro diario, han cambiado profundamente. Aunque todavía venden ropa para cachorros en la salida 3, ya no está la tienducha de flores en el otro lado, y ya casi todo el mundo se cita en la ampliación de Centro Comercial Hyundai, donde han levantado una plaza y una nueva salida que, bajo tierra, está repleta de otras tiendas.

Además, los músicos de Hongdae, que nos amenizaban las tardes con la misma música una y otra vez mientras vaciabamos, una tras otra, las cervezas de la tienda de enfrente y la emprendíamos con los perritos de inventor del "comedor de hot dogs", ya no tocan en esa plaza.

Ahora visten chaquetas y hacen canciones a la luz del día a la sombra de la ampliación del Centro Comercial de Hyundai en Sinchon con instrumentos nuevos y sin hacer bromas ante un público que más piensa en comprar ropa.

La tienda de "Mandus", que ponía coto a nuestros desmanes con el Bennigans y donde cenábamos un día si y otro también rodeados de vapor y en plena acera, sigue en el mismo sitio, pero ha subido los precios, que la inflación es cosa seria.

La Universidad de Yonsei, nuestra ventana a Corea, se ha convertido en una especie de centro comercial y los comedores han perdido el alboroto y el olor a kimchi. Aunque, el Global Lounge, siestódromo oficial, sigue teniendo esos sillones en los que hundirse. Si bien, algún observador conserje ha hecho quitar el sofá donde Carlos roncaba sus quebraderos de cabeza.

Al ritmo que van las cosas, el barrio de Hongdae fue de los primeros en perder la virginidad y ahora anda lleno de militares estadounidenses con la cabeza rapada -ni pelos llevan en ella- y sus novias con sudaderas de la universidad de Iowa. La cafetería en la que se grabó la película "Time" de Kim Ki-duk es ahora una zapatería y el "makoliquero", el que vendía el Makoli en plena calle y te lo hacía probar cual caldo único, parece haber sucumbido al frío.

La ciudad está creciendo y se hace más moderna, y si no fuera por las ajummnas y los ajoshis que se cuelan delante de ti en las filas, parecería que hasta ha rejuevenecido. Las mujeres siguen siendo igual de guapas, eso sí, y el cabello se les sigue rizando y las camisas se les llenan de estampados de flores cuando pasan de los 50 años.

De todas maneras, ya quedan pocos y pocas. Casi todos y todas se han ido. Y los y las que quedan ahora ya no quieren saber más de otros que han venido de paso, como nosotros hicimos.

Seúl no es lo mismo . Y uno se achanta y no le echa huevos al portero del Mass en Gangnam cuando dice que no se puede entrar....porque somos "demasiado mayores", cuando en realidad quiso decir "demasiado extranjeros".

Pero bueno, todo tiene que evolucionar. Como el "callejón del miedo", donde cocinaban el mejor calamar picante de Seúl, que ahora está a punto de desaparecer ante la mandíbula de las excavadoras, las mismas que pondrán fin al escenario de nuestro quince meses, aquel Seúl en el que fuimos tan felices.
Ah, se me olvidaba. Pensad en los que quedan por allí. Que a veces se aburren.