Wednesday, January 24, 2007

DICURSO DEL ESTADO DEL MUNDO

Diecisiete minutos de aplausos parecen haber asegurado un treinta y tres por ciento de posibilidades de que el mundo se arregle. Así lo parece tras cincuenta minutos de discurso y "buenos" propósitos del presidente Bush. La ceremonia a parte de ser curiosa por el estilo sintético y poco frecuente (sólo una vez al año) lo es por lo que tiene de escenificación. Los puntos básico de lo que será el año se definen en el discurso que tuvo lugar ayer. Las opiniones ante las propuestas se representan con tres posturas: ovación en pie, aplausos o silencio pétreo y condescendiente.
La administración quiere 90.000 nuevos soldados y un remanente de reservistas civiles que les garantice un suplemento de hombres ante una inminente crisis. En estos dos últimos años las alusiones a Irán en el discurso se han duplicado, y las acusaciones ya no son meras recomendaciones sino amenazas. Como complemento Bush ha dado licencia para matar a hombres sospechosos de ser espías iraníes en Irak, palabra, esta última, que ha aparecido en el texto más nunca antes. Decía un antiguo asesor del Departamento de Defensa que no se puede excluir a Irán, como vecino, de las decisiones que se tomen sobre Irak. Tanto EEUU como Irán radicalizan las posiciones y es cuestión de tiempo que un choque puntual desencadene en una escalada bélica indeseable para todos. El diablo está en los detalles y como decía Demóstenes: "Los grandes sucesos dependen de incidentes pequeños".

Médico congolés estrella de la NBA
Es costumbre en estos discursos mediáticos cargados de símbolos, para facilitar la digestión del televidente medio americano, que el presidente se ayude de ejemplos ilustrativos del sueño americano. Tal fue el caso de Dikembe Mutombo, un congolés que consiguió una beca para estudiar medicina en Georgetown. Salió de su desangrado país con el sueño de convertirse en un médico de prestigio en Estados Unidos y aportar sus conocimientos salvavidas al antiguo Zaire. Cierto es que de todas maneras el hubiese permanecido en Estados Unidos, escenificando así uno de las principales tragedias de África la huida de la juventud más preparada de sus fracasados países en busca de mejores oportunidades. Algo que perpetua el desequilibrio entre primero y tercer mundo. Pero Dikembe acabó en la NBA debido a su altura, la beca de Medicina en Georgetown se convirtió de Basketball en Georgetown, algo que sucede a menudo en la educación norteamericana. Ahora es carne de espectáculo, eso sí, millonario. Ha levantado un hospital en su país, pero volvemos a lo de siempre, más que el dinero se necesitan personas. Cómo siempre ponemos tiritas mientras el problema crece. Mensajes simplistas para problemas complejos, y Washington, contento.