Sunday, June 10, 2007

CIUDADANOS DEL MUNDO

Este viernes, como suele ser habitual, no tenía nada para cenar, así que me dirigí al restaurante chino de la esquina. Son sólo cien metros. Estaba anocheciendo, mientras bajaba la calle, dos niños con tez india discutían y reían, ambos sostenían unos palos de cricquet (dónde y cómo co** se juega a ese deporte). Al doblar la esquina me tropecé con otros dos críos con rasgos asiáticos, jugando y corriendo, mientras hablaban en perfecto castellano. En la puerta de la panadería una familia marroquí -tres mujeres con velo, un niño y una niña de pelos rizados y sonrisa enternecedora- esperaban a la puerta de la panadería regentada por colombianos. En la entrada del restaurante chino, unos ecuatorianos aguardaban mesa. Entré al restaurante con el fin de pedir algo para llevar. Tres hermosas jóvenes chinas se me acercaron, una de ellas me invitó a pasar, la otra me tendió la carta y la última, mirándome a los ojos, sonríe y pregunta: ¿Tú no eres de aquí, verdad?